Chile dispone de 4.000 millones de dólares para invertir en material de Defensa, según analistas de Defensa consultados por la agencia dpa. Así, se estima que las capacidades de las Fuerzas Armadas chilenas, que desde 1990 han adquirido carros, aviones y submarinos por un monto de 7.506 millones de dólares, son superiores a las de sus vecinos del Cono Sur.
"La Armada chilena es hoy 2,5 veces la Armada peruana y tenemos 44 cazabombarderos F-16, poco menos que Polonia, cuya amenaza es Rusia", afirma Eduardo Santos, analista de Defensa, en declaraciones recogidas por el diario El Comercio.
El analista de origen armenio Armen Kouyoumdjian sostiene, por su parte, que Chile no ha gastado miles de millones de dólares en armas para desplegar en una guerra. "¿Ha reclamado alguna vez Argentina por el armamentismo chileno? No, porque saben que no vamos a atacar a nadie ", coincidió Santos.
Ambos expertos además señalaron que el repunte en la compra de armas, financiada con las ventas estatales de cobre, está generando un alto costo en mantenimiento y críticas sociales.
"Los militares hablan hoy de un déficit estructural de la Defensa", explicó Santos, recordando que Perú y Argentina pasaron por procesos similares en los 70 y 80, respectivamente. En ese marco, ambos asesores observaron la importancia del actual debate parlamentario que busca modificar la Ley Reservada del Cobre, norma que fija la forma en que es financiada la compra de armas.
Asimismo, plantearon con matices los desafíos futuros de Chile en materia de compra de armas, previendo el despliegue de una nueva estrategia de adquisiciones y defensa.
Para Santos, miembro de la opositora Democracia Cristiana, Chile debe favorecer el financiamiento de costos operacionales asociados al uso de sus armas, la adquisición de multiplicadores de la fuerza, como sistemas integrados de comando, y la incorporación de equipos duales. Es decir, que puedan ser utilizados en operaciones civiles y bélicas, como buques anfibios, helicópteros o aviones para combatir incendios forestales.
Kouyoumdjian agregó en esa lógica la importancia de adquirir un sistema antiaéreo y lograr un uso más eficiente de los recursos. Ambos analistas, finalmente, remarcaron la necesidad de apostar a una política de mayor integración con los países limítrofes, el llamado ‘soft power’.
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